La intervención social en el contexto actual
Cuando hablamos de contexto actual nos referimos a la realidad política y económica de España, que tras un potente intento de democratización, se ve de lleno envuelta en una fuerte crisis económica que favorece la entrada triunfante del neoliberalismo en nuestro país.
Así, nos encontramos en este momento inmersos en un sistema neoliberal que genera importantes procesos de privatización que no están siendo regulados desde el ámbito público.
Las necesidades no sólo están siendo artificialmente creadas desde los poderes publicitarios, sino que además, están siendo mercantilizadas por los poderes privados, debilitando los derechos sociales que deberían ser protegidos por las políticas públicas.
"Las organizaciones sociales (...) se ven convertidas en oficinas de proyectos que compiten por lo mismo para sobrevivir: financiación pública y/o privada por medio de la que atender a grupos de población con necesidades específicas” (Salas, M. 2017).
Con esta expectativa de la realidad, los elementos centrales que deben atenderse desde la atención profesional, son la capacidad de los colectivos más vulnerables de recuperar el control de sus vidas, fortaleciendo sus capacidades y ejerciendo sus derechos.
Los profesionales, no sólo deben recordar este aspecto, sino que como profesionales, deberán incentivarlo. Es necesario romper con la dependencia a la administración, ya sea pública o privada. Participar del marco de decrecimiento que nos acerca a las actividades de proximidad pudiendo generar así ayudas desprovistas de intermediación. Se hace vital que los Servicios Sociales recuperen su carácter de movimiento social y la participación de la ciudadanía con espíritu transformador (y no conformista), “sin dirigismos, ni burocracias” (Aliena, R. 2005).
El objetivo es que las personas, incluidos los profesionales, alcancen la autogestión con la creación de iniciativas sociales desmercantilizadas. Que se haga un uso efectivo de la cooperación, participación y el asamblearismo. Que se recupere el sentido crítico y la asunción de derechos universales. Todo esto podrá tener visos de realidad si desde la intervención social nos apoyamos en los colectivos ya existentes de apoyo mutuo. Asociaciones, actividades comunitarias, colectivos definidos que se han unido por una causa común… en definitiva, agentes de cambio que los profesionales pueden significar creando lazos de cooperación.
Así, nos encontramos en este momento inmersos en un sistema neoliberal que genera importantes procesos de privatización que no están siendo regulados desde el ámbito público.
Las necesidades no sólo están siendo artificialmente creadas desde los poderes publicitarios, sino que además, están siendo mercantilizadas por los poderes privados, debilitando los derechos sociales que deberían ser protegidos por las políticas públicas.
"Las organizaciones sociales (...) se ven convertidas en oficinas de proyectos que compiten por lo mismo para sobrevivir: financiación pública y/o privada por medio de la que atender a grupos de población con necesidades específicas” (Salas, M. 2017).
Con esta expectativa de la realidad, los elementos centrales que deben atenderse desde la atención profesional, son la capacidad de los colectivos más vulnerables de recuperar el control de sus vidas, fortaleciendo sus capacidades y ejerciendo sus derechos.
Los profesionales, no sólo deben recordar este aspecto, sino que como profesionales, deberán incentivarlo. Es necesario romper con la dependencia a la administración, ya sea pública o privada. Participar del marco de decrecimiento que nos acerca a las actividades de proximidad pudiendo generar así ayudas desprovistas de intermediación. Se hace vital que los Servicios Sociales recuperen su carácter de movimiento social y la participación de la ciudadanía con espíritu transformador (y no conformista), “sin dirigismos, ni burocracias” (Aliena, R. 2005).
El objetivo es que las personas, incluidos los profesionales, alcancen la autogestión con la creación de iniciativas sociales desmercantilizadas. Que se haga un uso efectivo de la cooperación, participación y el asamblearismo. Que se recupere el sentido crítico y la asunción de derechos universales. Todo esto podrá tener visos de realidad si desde la intervención social nos apoyamos en los colectivos ya existentes de apoyo mutuo. Asociaciones, actividades comunitarias, colectivos definidos que se han unido por una causa común… en definitiva, agentes de cambio que los profesionales pueden significar creando lazos de cooperación.