Similitudes entre sistema carcelario y escuela.


“Las cárceles, los hospitales y las escuelas
presentan similitudes porque sirven
para la intención primera de la civilización:
La coacción”.
Michel Foucault
 
 
Resumen
 
Cuando hablamos de educación no estamos necesariamente hablando de escolarización, de hecho, son dos conceptos muchas veces antagónicos. Ya lo dijo Ivan Illich cuando defendió que la educación institucionalizada y la institución escolar son en realidad productoras de mercancía.
 
Basta observar mínimamente el sistema educativo convencional, para percibir las similitudes entre éste y el sistema penitenciario. ¿Cómo es posible algo tan obvio y tan aceptado?, ¿cuál es el objetivo último de estas similitudes?, ¿por qué las aceptamos?.
 
Características de la institución escolar.
 
En España la escolarización es obligatoriamente presencial, actualmente entre los 6 y los 16 años de edad (1), desde la Ley Moyano de 1857, que a su vez bebía de un reglamento redactado en 1821. Es decir, llevamos casi 200 años manteniendo un sistema escolar caduco. Cabe pensar que se mantiene porque en realidad funciona. Si medimos su impacto en la sociedad en cuanto a herramienta de control, la escuela no ha dejado de ser un éxito.
 
Su arquitectura se caracteriza por usar muros y vallas que limitan la libre circulación. Aulas como celdas destinadas a vigilar y ser funcionales. División del espacio por zonas, y alumnos con indicaciones de ocupar un lugar concreto y no otro, evitando la distribución por grupos, descomponiendo las colectividades y convirtiendo al cuerpo en un elemento que se puede mover y colocar.
Interiores con paredes, ventanas y pasillos, colores sombríos y neutros. Entradas y salidas rigurosamente controladas. Espacios muy reducidos en relación al número de alumnos.
 
Función panóptica del lugar que permite vigilar continuamente al alumnado, usando esta realidad arquitectónica como instrumento de control. Así, el alumno aprende a cuidar su comportamiento no porque el maestro le esté mirando en todo momento, sino porque en cualquier momento puede mirarle.
Estas características no son casuales, todos los centros educativos replican el mismo modelo.
 
(2)

Decía Foucault que “para que se den realmente relaciones de poder es indispensable la libertad de los participantes”, sin embargo la libertad de los alumnos es cuestionable, no así la de los padres que de algún modo eligen hacer uso de la institución a modo de escolarización compulsiva. ¿Será que la escuela funcionó con ellos?, seguramente si, es posible que anestesiara su espíritu crítico. O, en su defecto, convirtió el derecho a la escolarización en una necesidad, ficticia, pero necesidad.

(3)
La institución escolar funciona como estructura de poder que permite reprimir y domesticar a la masa transmitiendo un saber dirigido hacia el conformismo social.
 
Para ello se vale de técnicas de control como el uso del timbre que marca los tiempos, la unificación de la vestimenta, bien mediante el uso de uniforme, o bien mediante el poder de la publicidad y la tolerancia (fomento?) de la exclusión hacia aquel que ose obviarla.
 
El uso de la jerarquía escolar, el reglamento interno e ineludible, que se preocupa de detalles tan significativos como la obligatoriedad de pedir permiso para ir al cuarto de baño. La clasificación, agrupación y calificación… son las armas de las que se vale como sistema ligado a los principios de la Revolución Industrial y cuya finalidad pasaría por la producción de mano de obra sumisa y obediente.

Quitando cárcel a la escuela, poniendo hogar al medio escolar.
 
El currículo oculto del que habla Illich ya no es tan oculto, y el ejercicio implícito de poder en las escuelas, se nos hace ahora más evidente y cada vez más intolerable.
 
Las relaciones de poder que persisten generando en las escuelas microsociedades donde se reproducen las relaciones de clase, de raza, de género, se ponen ocasionalmente en evidencia, tanto como lo hacen los sistemas penitenciarios.
 
Y entonces, ¿a qué se debe esta docilidad de la ciudadanía?, tan evidente como inexplicable, que decía García Olivo. Hemos aprendido a obedecer a la autoridad. A relacionarnos en entornos de competitividad. A ser nuestros propios policías. Y mientras tanto hemos dejado de aprender a comunicarnos a través del movimiento asambleario, promoviendo la escucha y la participación. A tomar decisiones. A creernos con derechos.
 
Hemos dado por bueno el sistema carcelario que se reproduce tanto en la escuela, como la fábrica, los hospitales o la penitenciaría. Nos hemos conformado con aquello que el Estado ha elegido para nosotros y nos han hecho creer que era un logro social. Mientras la escuela educa, los hospitales curan, las fábricas generan riqueza y las cárceles nos mantienen a salvo… nosotros ejercemos de autómatas anestesiados, autoexplotados, controlados por los sistemas de poder, y creyéndonos libres.


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Y es cierto, “algunos docentes, en la medida en que toman conciencia de su alienación, de su papel de burócratas al servicio del Estado que legitima las relaciones capitalistas de exploración, son capaces de poner en práctica una pedagogía que desafíe el poder y al orden establecido”. (Hernández, A. 2005).
 
Y sí, comienzan a aparecer nuevos movimientos que persiguen un nuevo paradigma pedagógico, más activo, más vivo, menos directivo, pero con las misma paredes, ventanas, muros y puertas. Con la misma burocracia cansina, contenidos vacíos y docentes vestidos de autoridad.
 

Tal vez poner más hogar en el medio escolar no sea la solución, tal vez la solución pasa por destruir el sistema y abrir las puertas de la cárcel (5).


NOTAS:
  1. En Francia recientemente se ha ampliado la edad de escolarización obligatoria comenzando ésta a los 3.
  2. Imagen extraída de Internet. Autor desconocido.
  3. Publicación en facebook del Ayuntamiento de Castellón. Obviamente la palabra “celda” es consecuencia de una mala traducción del mensaje original.
  4. Imagen extraída de internet. Autor desconocido.
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BIBLIOGRAFÍA:
 
  • Martínez, R. 2005. Educación, poder y resistencia. Una mirada crítica a la vida escolar. Ed. Doble Hélice.
  • Pumares, L. 2009 Quitando cárcel a la escuela. Ed. CEP
  • García Olivo, P. 2005. El enigma de la docilidad. Sobre la implicación de la escuela en el exterminio global de la disensión y de la diferencia. Ed. Virus.
  • Ilich, I. 2011. La sociedad desescolarizada. Ed. Godot.
  • Foucault, M. 2012. Vigilar y castigar. Ed. Biblioteca Nueva.


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